Publicado lunes 15 de septiembre de 2025 en BEEP por Club Beep
¿Qué vas a ver aquí?
Hay un momento en el que tu portátil empieza a dar señales: tarda más en arrancar, los juegos se ven peor o se calienta como nunca. ¿Te suena?
Puede seguir funcionando, sí. Pero si lo usas para jugar o editar vídeo, quizá ya no esté a la altura de lo que necesitas.
En este post repasamos los indicios más claros de que tu portátil se está quedando corto… y qué opciones tienes para alargarle la vida o dar el salto a algo más potente.
Cuando el portátil empieza a quedarse corto, lo primero que notas es que va más despacio. Tarda más en encenderse, en abrir programas o en copiar archivos. Y lo hace incluso con tareas que antes manejaba sin problemas.
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A veces la causa es algo puntual —un virus, el disco duro lleno o software mal optimizado—. Pero si ya has revisado todo y sigue yendo a trompicones, puede que el hardware esté pidiendo relevo. ¡Así que necesitas un nuevo portátil a la altura para gaming y edición de vídeo!
Este es uno de los síntomas más claros. Si has tenido que bajar la calidad gráfica para que el juego funcione bien, o si en escenas con mucho movimiento el juego se vuelve brusco o se entrecorta, puede que el portátil ya no dé más de sí.
Suele deberse a una bajada de FPS (frames por segundo), que indica cuántas imágenes por segundo se generan en pantalla. A más FPS, más fluidez. Si esta variable baja demasiado, la imagen pierde fluidez, aparecen saltos y la experiencia deja de ser buena.
Con los editores de vídeo pasa algo parecido: si el portátil se cuelga al aplicar efectos o tarda una eternidad en renderizar, está claro que la tarea le va grande.
¿Tu portátil parece un ventilador cuando juegas o trabajas? ¿La parte inferior está tan caliente que ya no puedes tenerlo sobre las piernas?
El sobrecalentamiento es una señal de que el equipo se está forzando para rendir. Y si los ventiladores van al máximo todo el rato, puede que esté haciendo más esfuerzo del que puede… o que la ventilación interna ya no funcione tan bien como antes.
No todo es procesador o tarjeta gráfica. A veces es la batería, que apenas aguanta. O el disco duro, que se queda sin espacio a la mínima. O simplemente que todo va más justo de lo que debería.
Si trabajas con vídeos, música, juegos o fotos en alta calidad, el almacenamiento se llena enseguida. Y si el disco es mecánico (HDD), puede que el cuello de botella esté ahí: son más lentos que los SSD y afectan al rendimiento general.
A lo mejor cuando compraste el portátil lo usabas para tareas más ligeras. Pero ahora editas vídeos, trabajas con archivos pesados o tus juegos favoritos son más exigentes.
Si lo que necesitas ha cambiado, tiene todo el sentido que el equipo ya no esté a la altura. Igual que evolucionan tus proyectos o tu forma de jugar, también deberían hacerlo las herramientas que usas.
Antes de lanzarte a cambiar de equipo, conviene valorar si puedes mejorar el que ya tienes. Algunas opciones posibles:
Eso sí: no todos los portátiles permiten estas mejoras. Y en equipos más antiguos, puede que no merezca la pena.
A veces, por más que quieras estirar la vida útil del equipo, ya no hay mucho que hacer. Los juegos y programas avanzan, y tu portátil se queda atrás.
Cambiar de equipo no tiene por qué ser una decisión impulsiva. Pero si ya notas varios de estos síntomas, seguramente ha llegado el momento. Y dar el salto te permitirá disfrutar de una experiencia mucho más fluida, tanto para jugar como para trabajar.