Publicado jueves 2 de octubre de 2025 en BEEP por Club Beep

¿Qué vas a ver aquí?
¿Por qué es tan importante hacer copias de seguridad efectivas de tus fotos y archivos? La razón es que cada vez estamos más digitalizados. Cada vez guardamos más recuerdos y documentos en formato digital: las fotos de un cumpleaños, los vídeos de un viaje, el trabajo de fin de curso o un contrato importante. Todo está almacenado en ordenadores, móviles o discos, y damos por hecho que todos esos archivos siempre estarán ahí.
El problema es que ningún soporte es infalible. Un fallo en el disco duro, un robo, un virus o un simple borrado accidental pueden dejarte sin esos archivos en cuestión de segundos. Recuperarlos suele ser imposible.
Por eso, contar con una copia de seguridad ya no es opcional: es la única forma de garantizar que tus recuerdos y archivos más valiosos no se pierdan. La buena noticia es que hoy existen muchas formas de hacerlo, desde el clásico disco duro externo hasta la nube, pasando por soluciones intermedias.
El auténtico valor de las copias de seguridad lo percibimos con los archivos personales e irrepetibles: fotos familiares, vídeos de viajes, trabajos académicos o proyectos profesionales. Son archivos únicos, creados por ti. Cuando se trata de una foto o un vídeo, has capturado un momento feliz que quieres conservar en formato digital. Y salvo que los compartas con alguien más, solo tú guardas esa copia. Lo mismo ocurre con un documento de tus estudios o de tu trabajo generado con tu esfuerzo. Si alguno de esos archivos digitales se pierde sin que hayas hecho una copia de seguridad, no habrá forma de recuperarlos.
En cambio, otros documentos, como las facturas, suelen poder descargarse de nuevo desde la web del comercio o entidad correspondiente.
La idea es sencilla: prioriza siempre lo que solo depende de ti y no podrás volver a conseguir.

Durante años, la forma más común de hacer copias de seguridad ha sido guardar los archivos en un soporte físico: un disco duro externo, una memoria USB o incluso tarjetas SD. Es una opción sencilla y económica, porque solo necesitas conectar el dispositivo a tu ordenador y copiar allí tus archivos.
Los discos duros externos destacan por su gran capacidad y por su precio asequible. Hoy es fácil encontrar modelos de 1 o 2 terabytes a precios razonables, espacio más que suficiente para guardar fotos, vídeos y documentos durante mucho tiempo. Las memorias USB, en cambio, ofrecen menos capacidad, pero son ligeras y fáciles de llevar contigo.
El principal riesgo de este tipo de soportes es que son tan vulnerables como el ordenador principal: un golpe, un fallo mecánico, un robo o un incendio pueden dejarlos inservibles. Por eso conviene no usarlos como único método, sino como parte de una estrategia más completa.
Un buen hábito es tener al menos dos discos: uno que uses con frecuencia para copias regulares y otro que guardes en un lugar diferente, como la casa de un familiar o la oficina, para que actúe como respaldo adicional.
El gran cambio de los últimos años ha sido la llegada del almacenamiento en la nube. Servicios como Google Drive, OneDrive, Dropbox o iCloud permiten guardar archivos en servidores externos y tenerlos disponibles en cualquier dispositivo conectado a internet. Es una opción cómoda y cada vez más popular, pero conviene conocer tanto sus ventajas como sus limitaciones.
Muchos expertos recomiendan usar la nube como complemento, no como único método. Combinada con un disco físico, garantiza que tengas lo mejor de ambos mundos: seguridad extra y acceso desde cualquier lugar.
Cuando pensamos en copias de seguridad, suelen aparecer dos opciones sobre la mesa: el disco duro externo y la nube. Ambas tienen ventajas claras, pero también limitaciones que conviene valorar.
El disco duro externo destaca por ser rápido y económico. Conectas el cable y en pocos minutos copias decenas de gigas de fotos o vídeos. El inconveniente es que sigue siendo un objeto físico: puede estropearse, perderse o, en el peor de los casos, desaparecer junto con tu ordenador si sufres un robo.
La nube, en cambio, no ocupa espacio en casa ni depende de un dispositivo concreto. Te da acceso a tus archivos desde cualquier lugar, pero exige una buena conexión a internet y, si tu colección es grande, probablemente una suscripción de pago. Además, supone confiar tus datos a un proveedor externo.
En realidad, no se trata de elegir solo una opción. Muchos expertos coinciden en que lo más seguro es combinar ambas: guardar una copia local para tener rapidez y otra en la nube para contar con un respaldo externo.
A la hora de hacer copias de seguridad hay una norma muy sencilla y efectiva: la regla 3-2-1.
La idea es simple: no basta con tener varias copias, sino que también es importante que no estén todas en el mismo sitio. Así, si guardas tus fotos en el ordenador, haces una copia en un disco externo y otra en la nube, te aseguras de que un problema en tu casa o tu oficina no tenga como desenlace la desaparición de todos tus archivos.
Uno de los fallos más habituales es confiar en que nos acordaremos de hacer la copia “más tarde”. La realidad es que, entre prisas y despistes, muchas veces ese “más tarde” nunca llega. Por eso es tan recomendable automatizar el proceso.
Los propios sistemas operativos lo permiten, siempre que uses un disco duro externo. En Windows está la función Historial de archivos, y en macOS, Time Machine. Ambos programas van creando copias periódicas en el disco conectado al ordenador, sin que tengas que mover archivos manualmente.
En paralelo, los servicios en la nube (Google Drive, OneDrive, Dropbox, iCloud…) sincronizan cada cambio que hagas en tus carpetas. Así cuentas con una copia remota que se actualiza sola.
El beneficio es doble: siempre tendrás tus archivos al día y no dependes de tu memoria. Una copia olvidada puede suponer la pérdida de semanas de fotos o documentos, mientras que un sistema automatizado guarda todo sin que te preocupes.
Tener una copia de seguridad no siempre significa estar protegido. Hay varios errores habituales que conviene evitar:
Además de la nube y los discos externos, existen alternativas que pueden reforzar tu estrategia de copias de seguridad. No siempre son la solución principal, pero sí un buen complemento.
Un NAS (Network Attached Storage) es un dispositivo que funciona como un pequeño servidor doméstico o de oficina. Se conecta al router y permite que todos los ordenadores y móviles de la red guarden copias en él. Su gran ventaja es que ofrece espacio centralizado para varios usuarios y, en muchos modelos, acceso remoto desde fuera de casa. Eso sí, requiere una inversión inicial más alta y un poco más de configuración que un simple disco externo.
Las memorias USB y tarjetas SD son la forma más rápida y accesible de copiar archivos concretos. Ideales para llevar unas fotos o documentos importantes en el bolsillo, pero no deben considerarse un sistema de copia de seguridad a largo plazo. Suelen perderse con facilidad y tienen una vida útil más corta que otros soportes.
Puede sonar anticuado, pero imprimir fotos seleccionadas sigue siendo una manera eficaz de preservar recuerdos. Las imágenes físicas no dependen de la tecnología ni de formatos digitales que puedan quedar obsoletos. Un álbum de fotos puede convertirse en la copia de seguridad más duradera y también la más emocional que tengas.
En resumen, ninguna de estas opciones sustituye a la nube o al disco duro externo, pero sí pueden afianzar tu estrategia y dar tranquilidad extra en casos concretos.
Hacer copias de seguridad no es una tarea complicada ni cara, pero sí puede marcar la diferencia entre perder años de recuerdos o conservarlos para siempre. La nube, los discos externos y las rutinas automáticas están ahí para ponértelo fácil: lo único que hace falta es dar el primer paso y configurarlo. Piensa en esas fotos que no volverás a repetir o en los documentos que tanto esfuerzo te costó preparar. Dedicar unos minutos hoy puede ahorrarte un disgusto enorme mañana.